viernes, 13 de enero de 2012

EL MALTRATO INFANTIL.

Puede resultar sorprendente pero, a día de hoy, y sin ir demasiado lejos, si seguimos los noticieros diarios, podemos observar como los niños son objeto de desatención, inseguridad, maltrato, devastación, y un sin fin de desconsideraciones por parte de algunos de sus mayores que nos dejan sin respirar. La prensa nos impide el olvido de la última desaparición de los niños Ruth y José de paradero desconocido durante éstos últimos tres meses en la comunidad andaluza, y ello es claramente un ejemplo de devastación.
Lamentablemente en la sociedad actual los niños son maltratados detectándose, no sólo síntomas de tipo psicológico, sino también síntomas físicos.

Nos podemos preguntar que sucederá, que efectos postraumáticos sufrirán los niños desaparecidos de Córdoba si es que algún día vuelven y cómo este, (quiero creer secuestro o separación de su hábitat natural) podrá afectarlos en lo que a su futuro o posterior desarrollo personal se refiere.

Muchos niños sufren, sufren en casa, sufren en el colegio, siendo uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta que en el tratamiento del maltrato la observación de cualquier conducta considerada como anormal en el niño es objeto de evaluación.

Afortunadamente cada vez más son los mayores que se preocupan y no tardan en desenmarañar cualquier tipo de conducta cuyo fin es este ruin actuar. Profesores, educadores, padres de otros niños, nos alertan de estos tipos de riesgos que son obligatorios de controlar.

Consideraremos conductas de este tipo: Conductas de aislamiento, falta de atención, malos resultados académicos, y la agresividad. La gran mayoría de las veces los niños no se comunican, no se expresan abiertamente por lo que es necesario ir más allá de su comunicación para la detección de dichos traumas.

La detección de los síntomas del niño maltratado es otro aspecto esencial.
Algunos síntomas físicos en principio pasan desapercibidos, por ejemplo que el niño no crezca según lo previsto, un descuido en el cuidado personal o aquello que tiene que ver con el estado del material escolar del niño, si no responde a un material en buenas condiciones, son pistas para la intervención.

Cada una de ellas nos pueden alertar de cualquier tipo de anomalía y por tanto de la intervención.

La detección de los síntomas físicos, emocionales, cognitivos y conductuales son el lenguaje que los niños utilizan para expresar que algo les sucede.

Contar con otros aspectos como, por ejemplo, los que tienen que ver con la relación con el terapeuta y que suponen evitar revictimizar al niño,  desculpabilizar, o por otro lado facilitarles un entorno de seguridad y protección.

Los terapeutas si tratamos niños con dicha problemática, debemos mantener máximo respeto a lo que el menor relata, ello será fundamental para que éstos vayan sintiéndose más seguros y confiados, y participen más activamente en la intervención. No le obligaremos nunca, a hablar sobre el tema, si el niño se resiste.

Acompañar a la víctima, ayudarle a entender que lo es, pero que su vida sigue, y que por tanto debe readaptarse, será necesario para la estabilización del maltratado. Es precisa la intervención sobre áreas en
lo que al desarrollo personal se refiere, el área laboral, académica, social, etc., explorando su actividad actual e interviniendo lo mejor posible sobre las mismas.

Por tanto, y como ya mencioné con anterioridad, es necesaria una evaluación global del contexto del menor, la familia, los otros niños con los que se relaciona, el colegio, porque desde aquí puede detectarse toda una sintomatología. Los terapeutas debemos estar interconectados con el colegio ya que mediante algunas formas de exteriorización indirectas (dibujos, cuentos, etc.) y ya me referí a ello en otro apartado de mi blogg, es como los niños nos comunican sus miedos.

Los niños y el miedo de quienes sufren maltrato se manifiesta mediante:

• CONFLICTOS EN LA ESCUELA (10%)
• COMPORTAMIENTOS VIOLENTOS HACIA LOS IGUALES (35%)
• HUÍDAS Y ESCAPADAS DEL HOGAR EN ADOLESCENTES (7%)
• VIOLENCIA HACIA LA MADRE (22,50%).

La gran mayoría de estas situaciones hacen que dichos niños, se conviertan en niños conflictivos. A los niños conflictivos en los colegios por ejemplo, se les aparta. Se les marca como niños “no deseados”, a veces maltratan a sus compañeros porque vienen de una situación de modelado, y en lugar de ayudarles los estigmatizamos.

La edad del menor, la frecuencia del maltrato, la severidad y la relación con el agresor son otras variables a tener en cuenta sobre las que actuar.

No dejemos que nadie “maltrate” a nuestros menores, pongámonos manos a la obra y gritemos públicamente en defensa del menor.

A. R.

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