jueves, 16 de mayo de 2013

EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS.


Estimados lectores: 

¿Qué nociones tenemos acerca la aplicación en Psicología del EMDR  o la Desensibilización y Reprocesamiento mediante el movimiento de los ojos? Hace algún tiempo asistí a una interesante conferencia sobre la herramienta, y ahora es el momento de transferiros el contenido de la charla.
La EMDR fue una herramienta psicoterapéutica diseñada por Francine Shapiro, destinada al tratamiento de personas que habían sufrido traumas. Personas aquejadas de estrés postraumático y patologías que surgían a raíz del mismo, podrían ser intervenidas mediante EMDR.
Fueron definidos por el DSM como criterios TPET (Trastornos de Estrés Postraumáticos), desastres provocados por el hombre: guerras, terrorismo, explosiones, incendios, accidentes de tráfico; desastres naturales: huracanes, tornados, inundaciones, incendios forestales, tsunamis, erupciones volcánicas; y otros, violaciones, abuso sexual, agresión e infartos (T). TRAUMAS CON “T” MAYÚSCULA.
Además, se incluirían también experiencias que impactaban sobre la manera que uno se ve a sí mismo, a los demás y al mundo y que, aunque no recibían la calificación de trauma, generaban problemática, entre ellos destacan los comentarios despectivos, insultos o burlas y críticas (t). TRAUMAS CON “t” MINÚSCULA.
La eficacia y mejores resultados de EMDR se obtuvieron tras analizar historias clínicas con TRAUMA SIMPLE, es decir, en personas que solo habían padecido un único acontecimiento traumático y que anteriormente se encontraban “medianamente” sanos a nivel psicopatológico. Como ya he apuntado, personas con diagnóstico de TEPT.

La técnica es una herramienta para el empuje de toda aquella experiencia que no fue reprocesada adaptativamente y que surge en forma de “síntoma” en aquellas personas que hayan experienciado un trauma. A veces la contención de dicha información, genera una memoria traumática e impide que los seres humanos a traviesen su malestar.

Una vez admitida la técnica y tras haberse equiparado con la “archiconocida” Terapia de Exposición, la poca investigación que va existiendo va refrendándose poco a poco y su utilización para el tratamiento de las fobias, trastornos disociativos y los trastornos de la personalidad, se va haciendo más que evidente. Se cree que un mayor y más preciso apoyo empírico, junto a un tipo de investigación más rigurosa con un protocolo más estandarizado, sería lo más conveniente, ya que se establecerían criterios de mayor acuerdo, favoreciendo todo con ello resultados más concluyentes.

La técnica sería recomendable en pacientes con cualquier rango de edad, siendo su mayor grosor la investigación en personas adultas, sin probarse la eficacia en niños o personas de la tercera edad.
Aunque la EMDR puede ayudar a trabajar en traumas dolorosos o recuerdos de la infancia, el terapeuta debe estar notablemente formado en la problemática o el trastorno abordado antes de su utilización. Se adoptaran las precauciones necesarias si nos encontramos ante personas esquizofrénicas o pacientes bordeline, con trastornos bipolares, TOC y en personas con depresión severa, a pesar de que, en éstas últimas, la intervención con EMDR no es tan recomendada, ya que no hay respuesta directa excepto que el paciente refiera un recuerdo muy antiguo o trauma “perturbador”.

No es recomendable el tratamiento en mujeres embarazadas, excepto que el suceso le impida la cotidianidad o que el tratamiento no se pueda posponer por lo limitante de sus recuerdos. Revivir el recuerdo supone una fuerte exposición y explosión a nivel emocional y corporal y evidentemente en estos casos no es muy recomendable.
Mediante EMDR son evaluables: las automutilaciones, la ideación o intención suicida, las conductas que ponen en riesgo a los demás o a uno mismo, las ganancias secundarias y las disociaciones. Cuidado con mantener alguna de estas conductas (ganancias secundarias).

Iniciado el PAI (Procesamiento Adaptativo de la Información) y en medio del relato del acontecimiento, evitar la discusión de las creencias del paciente que, tarde o temprano, se van adjuntando al conocimiento global del caso, junto a hacer una interpretación justa, resaltando como fundamental el lugar que corresponda a las vivencias del paciente y a la realidad que de ellas se deriva, considero que son unos de los aspectos primordiales, o principios básicos en la intervención mediante la técnica.

Evitar el contrarresto de los pensamientos y sólo dar pequeños empujones” -apunta la profesora Más-, sería otra directiva en la práctica de la técnica; dejar una libertad absoluta en el relato de los acontecimientos para que el paciente recorra cada una de las cadenas asociativas que propulsan su trauma, sin dirección y sin control que evite la inducción de recuerdos por parte del psicoterapeuta, sería otro de los principios o directrices más apropiadas. “El terapeuta dejará que brote el propio sistema de valores y creencias del paciente sin intervenir marcándole el camino o un camino hacia los mismos”.

Trabajar en la ayuda de la creación de un sistema de valores y compromisos, si es que el paciente carece de los mismos, será otra de las funciones psicoterapéuticas. Bajo ningún concepto dejaremos al paciente en una situación de “miedo” peor en la que lo hemos encontrado. Evitar quitar el “poco control” que algunos nos refieren es imprescindible. Invadir o entrometerse demasiado resultara totalmente desaconsejable.

Amalia Romero San José. 
Consulta Psicológica A.R.

Fuente: Cursos de Postgrado en Psicopatologia y Salud Conferencia Profesora: Blanca Mas.