Estimados lectores:
¿Qué nociones tenemos acerca la aplicación en
Psicología del EMDR o la
Desensibilización y Reprocesamiento mediante el movimiento de los ojos? Hace
algún tiempo asistí a una interesante conferencia sobre la herramienta, y ahora
es el momento de transferiros el contenido de la charla.
La EMDR fue una herramienta psicoterapéutica diseñada por Francine
Shapiro, destinada al tratamiento de personas que habían sufrido traumas.
Personas aquejadas de estrés postraumático y patologías que surgían a raíz del
mismo, podrían ser intervenidas mediante EMDR.
Fueron definidos por el DSM como criterios TPET (Trastornos de
Estrés Postraumáticos), desastres provocados por el hombre: guerras,
terrorismo, explosiones, incendios, accidentes de tráfico; desastres
naturales: huracanes, tornados, inundaciones, incendios forestales,
tsunamis, erupciones volcánicas; y otros, violaciones, abuso sexual,
agresión e infartos (T). TRAUMAS CON “T” MAYÚSCULA.
Además, se incluirían también experiencias que impactaban sobre la
manera que uno se ve a sí mismo, a los demás y al mundo y que, aunque no
recibían la calificación de trauma, generaban problemática, entre ellos
destacan los comentarios despectivos, insultos o burlas y críticas (t).
TRAUMAS CON “t” MINÚSCULA.
La eficacia y mejores resultados de EMDR se obtuvieron tras
analizar historias clínicas con TRAUMA SIMPLE, es decir, en personas que solo
habían padecido un único acontecimiento traumático y que anteriormente se
encontraban “medianamente” sanos a nivel psicopatológico. Como ya he apuntado,
personas con diagnóstico de TEPT.
La técnica es una herramienta para el empuje de toda aquella
experiencia que no fue reprocesada adaptativamente y que surge en forma de
“síntoma” en aquellas personas que hayan experienciado un trauma. A veces la
contención de dicha información, genera una memoria traumática e impide que los
seres humanos a traviesen su malestar.
Una vez admitida la técnica y tras haberse equiparado con la
“archiconocida” Terapia de Exposición, la poca investigación que va existiendo
va refrendándose poco a poco y su utilización para el tratamiento de las
fobias, trastornos disociativos y los trastornos de la personalidad, se va
haciendo más que evidente. Se cree que un mayor y más preciso apoyo empírico, junto
a un tipo de investigación más rigurosa con un protocolo más estandarizado,
sería lo más conveniente, ya que se establecerían criterios de mayor acuerdo,
favoreciendo todo con ello resultados más concluyentes.
La técnica sería recomendable en pacientes con cualquier rango de
edad, siendo su mayor grosor la investigación en personas adultas, sin probarse
la eficacia en niños o personas de la tercera edad.
Aunque la EMDR puede ayudar a trabajar en traumas dolorosos o
recuerdos de la infancia, el terapeuta debe estar notablemente formado en la
problemática o el trastorno abordado antes de su utilización. Se adoptaran las
precauciones necesarias si nos encontramos ante personas esquizofrénicas o
pacientes bordeline, con trastornos bipolares, TOC y en personas con depresión
severa, a pesar de que, en éstas últimas, la intervención con EMDR no es tan
recomendada, ya que no hay respuesta directa excepto que el paciente refiera un
recuerdo muy antiguo o trauma “perturbador”.
No es recomendable el tratamiento en mujeres embarazadas, excepto
que el suceso le impida la cotidianidad o que el tratamiento no se pueda
posponer por lo limitante de sus recuerdos. Revivir el recuerdo supone una
fuerte exposición y explosión a nivel emocional y corporal y evidentemente en estos
casos no es muy recomendable.
Mediante EMDR son evaluables: las automutilaciones, la
ideación o intención suicida, las conductas que ponen en riesgo a los
demás o a uno mismo, las ganancias secundarias y las
disociaciones. Cuidado con mantener alguna de estas conductas (ganancias
secundarias).
Iniciado el PAI (Procesamiento Adaptativo de la Información) y en
medio del relato del acontecimiento, evitar la discusión de las creencias del
paciente que, tarde o temprano, se van adjuntando al conocimiento global del
caso, junto a hacer una interpretación justa, resaltando como fundamental el
lugar que corresponda a las vivencias del paciente y a la realidad que de ellas
se deriva, considero que son unos de los aspectos primordiales, o principios
básicos en la intervención mediante la técnica.
“Evitar
el contrarresto de los pensamientos y sólo dar pequeños empujones” -apunta
la profesora Más-, sería otra directiva en la práctica de la técnica; dejar una
libertad absoluta en el relato de los acontecimientos para que el paciente
recorra cada una de las cadenas asociativas que propulsan su trauma, sin
dirección y sin control que evite la inducción de recuerdos por parte del
psicoterapeuta, sería otro de los principios o directrices más apropiadas. “El
terapeuta dejará que brote el propio sistema de valores y creencias del paciente sin intervenir marcándole el camino o un camino hacia los
mismos”.
Trabajar
en la ayuda de la creación de un sistema de valores y compromisos, si es que el
paciente carece de los mismos, será otra de las funciones psicoterapéuticas.
Bajo ningún concepto dejaremos al paciente en una situación de “miedo” peor en
la que lo hemos encontrado. Evitar quitar el “poco control” que algunos nos
refieren es imprescindible. Invadir o entrometerse demasiado resultara
totalmente desaconsejable.
Amalia Romero San José.
Consulta Psicológica A.R.
Fuente: Cursos de Postgrado en Psicopatologia y Salud Conferencia Profesora: Blanca Mas.