lunes, 17 de octubre de 2011

El pequeño dictador. Cuando los padres son víctimas

El niño en muchos hogares se ha convertido en el dominador de la casa, se ve lo que el quiere en la televisión, se entra y se sale a la calle si así a él le interesa, se come a gusto de sus apetencias.

Cualquier cambio que implique su pérdida de poder, su dominio, conlleva tensiones en la vida familiar, el niño se vive como difícil, se deprime o se vuelve agresivo. Las pataletas, los llantos, sabe que le sirven para conseguir su objetivo.
Son niños caprichosos, consentidos, sin normas, sin límites, que imponen sus deseos ante unos padres que no saben decir no.
Hacen rabiar a sus padres, molestan a quien tienen a su alrededor, quieren ser
constantemente el centro de atención, que se les oiga solo a ellos. Son niños desobedientes, desafiantes.
No toleran los fracasos, no aceptan la frustración. Echan la culpa a los demás de las consecuencias de sus actos.

La dureza emocional crece, la tiranía se aprende, si no se le pone límites.
Hay niños de 7 años y menos que dan puntapiés a las madres y éstas dicen «no se hace» mientras sonríen: o que estrellan en el suelo el bocadillo que le han preparado y posteriormente le compran un bollo.
Recordemos esos niños que todos hemos padecido y que se nos hacen insufribles por culpa de unos padres que no ponen coto a sus desmanes.
La tiranía se expone en las denuncias de los padres contra algún hijo, por estimar que el estado de agresividad y violencia ejercido por este o esta, afectaba ostensiblemente al entorno familiar.
Otro hecho reiterado es el de las fugas del domicilio y el consecuente absentismo escolar con conductas cercanas al conflicto social.

En otros casos, el hijo o hija entra en contacto con la droga y es a partir de ahí donde se muestra agresivo/a, a veces con los hermanos.
Otros casos son los hijos que utilizan a sus padres como “cajeros automáticos”, o con chantajes, o manifestando un gran desapego hacia sus progenitores, transmitiendo que profundamente no se les quiere.

A las penosas situaciones en que un hijo arremete a su progenitor no se llega por ser un perverso moral, ni un psicópata, sino por la ociosidad no canalizada, la demanda perentoria de dinero, la presión del grupo de iguales.... pero básicamente por el fracaso educativo, en especial en la transmisión del respeto, y si no: ¿por qué en la etnia gitana no acontecen estas conductas,
muy al contrario, se respeta al más mayor?

El niño o joven que se droga, que se implica con grupo de iguales disociales, que se fuga, no va a ningún sitio, sólo huye de una incomprensión, de una falta de atención, de afecto, seguro de un maltrato.
Se maltrata a nuestros jóvenes cuando no se transmiten ni pautas educativas que permitan la autoconfianza, ni valores solidarios y a cambio se les bombardea con mensajes de violencia. Se les maltrata cuando se les cercena la posibilidad de ser profundamente felices y enteramente personas.

Las causas de la tiranía residen en una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos pero no en sus deberes, donde ha calado de forma equívoca el lema “no poner límites” y “dejar hacer”, abortando una correcta maduración.

Entre todos hemos de ayudar a las familias (niño-familia-contexto) facilitándoles que impere la coherencia y se erradique la violencia, que exista una participación más activa del padre.
Impulsaremos, hombres y mujeres, que la escuela integre, que trabaje y dedique más tiempo a los más difíciles, quebrando el esquema (ocasional):

«sal de clase al pasillo, del pasillo al patio, del patio a la calle».

El que haya jóvenes desahuciados del mundo, de sí mismos, que se revuelven contra los otros (padres o no), es un mal que está en la sociedad.
No se trata de ideologías progresistas o reaccionarias, sino de evitar la “ley del péndulo”, del niño atemorizado al educador paralizado.

Como conclusión estimamos poder convenir siguiendo el hilo argumental reflejado que la tiranía infantil refleja una educación (si así puede llamarse) familiar y ambiental distorsionada que aboca en el más paradójico y lastimero resultado, dando alas a la expresión «CRÍA CUERVOS....».

Javier Urra. Psicólogo Forense de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia
y de los Juzgados de Menores de Madrid. 

1 comentario:

  1. Este es el resumen de una de las sesiones presenciales del Master que estoy realizando en la Universidad Nacional a Distancia. Javier Urra hablo durante una hora y esto es lo que he podido entresacar de tal rapida conferencia.

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