sábado, 11 de febrero de 2012

RELAJACIÓN

La práctica diaria de la relajación provoca un cambio personal y en el estado psicológico positivo, profundamente adaptativo y curativo, la relajación tiene importantes beneficios físicos.

Relajarse resulta beneficioso en el tratamiento de algunos trastornos psicosomáticos que tienen que ver con el estrés, por ejemplo cuando nos duele la cabeza. En caso de enfermedades como la hipertensión, algunos problemas gastrointestinales, y otros trastornos que tienen que ver con el ámbito psicológico como el insomnio, ansiedad o depresión, también consiguen aminorarse con la práctica de la relajación.
Si estamos relajados nos vamos a concentrar mejor, nuestra creatividad puede aumentar y aumentará nuestra productividad. Relajarse es crecimiento personal. (Smith, 2001). Eliminar tensiones y esfuerzos acumulados supone la recuperación y la apertura a un mundo nuevo. Relajarse es “estar bien”.

La relajación nos proporciona cierto control para poder moderar nuestras reacciones. Si conseguimos estar relajados logramos cierto bienestar, seguridad, en definitiva, autoeficacia en nosotros mismos.

La relajación es una habilidad de afrontamiento que requiere que identifiquemos aquellas situaciones en las que aparece un problema, un problema, como por ejemplo, de tensión, y al igual que deberemos identificar cuales son sus primeras reacciones somáticas, y los pensamientos que a ellas les acompañan, deberemos tratar de relacionarlos identificando el descontrol emocional que nos envuelve, para de este modo, proceder a introducir una conducta que haga posible la reducción o eliminación de dicho malestar.

Aprender relajación es fácil, agradable y requiere de constancia. No confiere inmunidad absoluta ante los estresores a los que nos vemos sometidos, pero las sensaciones de bienestar que producen son de un efecto tan rápido y claro que es por ello por lo que tantas personas y “más” la practicamos de manera habitual.

Relajarse es conseguir la calma adecuada para la victoria ante el “sin fin” de estresores negativos con los que habitualmente nos enfrentamos. 

A.R.


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